Objetivo y reglas de la actividad
Objetivo de la actividad
Estimular la percepción visual como puerta de entrada al pensamiento creativo, mediante la observación activa de una secuencia de imágenes. Los participantes deben identificar detalles visuales, interpretarlos y reorganizarlos simbólicamente en una historia breve que refleje su capacidad de integrar estímulos sensoriales con pensamiento imaginativo.
Reglas de participación
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Observación inicial: Mira detenidamente las imágenes presentadas. Puedes tomarte hasta 3 minutos para analizarlas.
Selecciona: De toda la galería selecciona solo 10 imágenes con las que percibas similitudes en menos de 2 minutos.
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Registro perceptual: Toma nota mental o escrita de los detalles que te llamen la atención en cada imagen (colores, objetos, emociones, acciones, símbolos).
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Construcción narrativa: Redacta una historia breve (máximo 100 palabras) que conecte las 10 imágenes. Puedes establecer la conexión en orden lineal, inverso o desde una perspectiva simbólica.
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Originalidad y coherencia: Se valorará la capacidad para integrar creativamente los elementos percibidos, sin perder la lógica interna de la historia.
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Trabajo individual o en pares: Puedes desarrollar la actividad de forma individual o en pareja, pero cada participante debe redactar su propia versión final.
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Socialización: Compartan las historias en grupo y reflexionen sobre las diferencias en la percepción y construcción narrativa.
Relación con los procesos psicológicos
La percepción proporciona los datos sensoriales y cognitivos que serán reconfigurados mediante la creatividad. La calidad del estímulo percibido influye en la riqueza del producto creativo. Esta dinámica evidencia cómo lo que vemos y cómo lo interpretamos impacta directamente en lo que somos capaces de imaginar y crear.
Imágenes
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Reflexión profunda sobre los procesos implicados
La actividad "Crea la historia que ves" es una experiencia vivencial que permite observar de manera directa cómo interactúan los procesos psicológicos básicos y superiores. En este caso, se pone en juego la percepción visual, que actúa como el punto de partida para activar la creatividad. La percepción no se limita a registrar imágenes; implica interpretar, seleccionar y organizar la información sensorial. Es un proceso activo que, en función de la atención y la experiencia previa del observador, determinará qué elementos serán recordados o transformados.
A partir de estas percepciones, se abre el camino hacia el proceso creativo. La creatividad, entendida como la capacidad de generar ideas nuevas y útiles, requiere una base perceptiva rica. Tal como señalan Almansa (2012) y Landau (1987), la creatividad se estimula cuando se fomenta la capacidad de “mirar y no solo ver”. Esto es precisamente lo que busca esta actividad: entrenar la mirada para que sea más atenta, más interpretativa y menos automática.
En un entorno como la gestión humana en empresas, estas habilidades son esenciales. Un profesional que percibe con profundidad su entorno laboral será más capaz de identificar oportunidades, diagnosticar problemas y proponer soluciones novedosas. Por eso, actividades como esta no solo desarrollan competencias cognitivas, sino también habilidades profesionales transferibles. La percepción alimenta la creatividad, y juntas son clave para innovar, adaptarse y liderar con sentido humano.

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