Los procesos psicológicos son
fundamentales en la constitución del ser humano, ya que permiten la interacción
con el entorno y la incorporación de significados que hacen posible la
subjetividad y la creatividad. Dentro de estos, los procesos básicos, que
incluyen la percepción, y los procesos superiores, como la creatividad. Ambos
son fundamentales para la comprensión del comportamiento humano y su
funcionamiento en diferentes contextos del ciclo vital.
Proceso Básico: Percepción
La percepción es el proceso mediante el
cual el individuo recibe, organiza e interpreta la información sensorial
proveniente del medio ambiente, la puerta de entrada de la experiencia
sensorial y motriz en la construcción del mundo interno. Según Bogaert (2018,
p. 75), la percepción no es pasiva sino activa, ya que el cerebro genera sus
propias interpretaciones basadas en la acción, evidenciando que “para el cerebro,
la única realidad es la que él mismo elabora”, lo que quiere decir que se trata
de un mecanismo activo y dinámico que permite la interpretación de estímulos
del entorno a través de acciones corporales, movimientos y respuestas
kinestésicas. Además, la percepción siempre está mediada por lo imaginario y
simbólico, implicando que las imágenes mentales y los símbolos influyen en cómo
se percibe el mundo (Bogaert, 2018, p. 84) y que siempre involucra movimientos
del cuerpo en interacción con el entorno. La percepción, por lo tanto, se
construye a partir del acto de acción, en donde el cerebro genera sus propias
percepciones y selecciona las propiedades constantes de los objetos,
evidenciando un proceso de interpretación subjetivo y particular. Esta interpretación
es influida por experiencias previas y el contexto, y es fundamental en el
desarrollo cognitivo desde la infancia, manteniéndose activa a lo largo de toda
la vida.
En el ciclo vital, la percepción comienza
en la infancia, cuando el bebé desarrolla su capacidad de captar estímulos
básicos a través del movimiento y la exploración del mundo. Desde la infancia
hasta la adultez, esta función se refina y profundiza, permitiendo no solo
captar información, sino también integrar sensaciones en experiencias
significativas. En la vejez, la percepción puede disminuir en intensidad y
velocidad, pero sigue siendo clave en la interacción con el entorno y en la
mantención de la identidad personal.
Superior: Creatividad
Por otro lado, la creatividad es un
proceso superior, complejo y multifacético, que surge a partir de la
interacción de diversos procesos cognitivos, afectivos y sociales. Bogaert (2018,
p. 57) sostiene que la creatividad se relaciona con la producción de respuestas
originales, motivadas por deseos inconscientes y en ocasiones enraizadas en la
insatisfacción permanente, que estimulan áreas específicas del cerebro, como la
órbitofrontal. Además, la creatividad requiere de un estado de apertura
receptiva, y su desarrollo está estrechamente vinculado con procesos
perceptivos, como la intuición y el insight, que permiten la generación de
nuevas ideas y soluciones innovadoras (Bogaert, 2018, p. 89). La creatividad no
solo se manifiesta en actividades artísticas o innovadoras, sino que influye
significativamente en la resolución de problemas en diferentes ámbitos de la
vida.
La creatividad, representa un nivel más elaborado que surge de la integración y elaboración de las experiencias perceptivas. Bogaert (2018) define la creatividad como la capacidad de transformar lo establecido, jugar con deconstrucciones y buscar la plenitud mediante cambios de perspectiva impulsados por un reclamo narcisista de autorrealización. La creatividad, en su ciclo vital, se manifiesta en diferentes etapas evolutivas: en la niñez, a través del juego y la exploración; en la adolescencia, en la búsqueda de identidad y expresión artística o intelectual; y en la adultez, en la producción de ideas innovadoras, solución de problemas y adaptación creativa a circunstancias nuevas.
El proceso creativo se favorece cuando el individuo ha desarrollado una percepción aguda y flexible, que le permite captar nuevas relaciones, hacer conexiones inusuales y producir respuestas originales. Además, estados de insatisfacción permanente, propios de la juventud o de momentos de crisis, pueden estimular la actividad del área orbitofrontal del cerebro, elevando la capacidad creativa. La creatividad no solo requiere habilidades cognitivas superiores, sino también un marco afectivo y motivacional que propicie la apertura a nuevas experiencias y el riesgo de explorar lo desconocido.
RELACIÓN ENTRE PERCEPCIÓN Y CREATIVIDAD
Estudiar estos procesos desde la formación en psicología también permite identificar cómo se pueden potenciar las habilidades creativas de los empleados, mediante técnicas que favorezcan la percepción aguda, la atención plena y la exploración del mundo interno. Es decir, un profesional preparado puede intervenir en la promoción de ambientes laborales donde la percepción y la creatividad se conviertan en recursos estratégicos, facilitando procesos de innovación, liderazgo participativo y desarrollo del talento humano


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