Durante
el desarrollo de la personalidad, la percepción contribuye de manera decisiva
en la formación y desarrollo de la creatividad. Esta provee la materia prima de
las experiencias subjetivas, que, al ser interpretadas y reorganizadas, dan
lugar a respuestas creativas y nuevas ideas. Según Bogaert (2018), "la
percepción, al ser un acto activo, permite captar propiedades constantes en los
objetos, lo que constituye la base para la elaboración de significados y la
generación de nuevas conexiones". En otras palabras, la manera en que
percibimos el mundo influye directamente en cómo generamos ideas, resolvemos
problemas y desarrollamos soluciones innovadoras. Esto se traduce en cómo se
identifican oportunidades, riesgos o incluso cómo se manejan las relaciones
interpersonales. De hecho, la percepción es el primer paso para la creatividad,
ya que, a partir de esta interpretación del entorno, los individuos pueden
desarrollar nuevas conexiones y enfoques creativos para enfrentar desafíos.
Dentro
de un entorno organizacional, los empleados constantemente perciben elementos
como el clima laboral, las relaciones jerárquicas, las expectativas del rol y
el reconocimiento. La percepción errónea de estos factores puede dar lugar a
malentendidos, baja motivación e incluso conflictos. Por lo tanto, comprender
cómo funciona la percepción en el ámbito laboral es crucial para generar una
comunicación clara y empática. Además, este conocimiento permite abordar
fenómenos como el burnout, donde la percepción de sobrecarga y falta de apoyo
puede afectar no solo la salud mental del empleado, sino también su capacidad
para generar nuevas soluciones. En estos casos, fomentar la creatividad se
convierte en una estrategia clave para afrontar los retos laborales de manera
saludable y productiva.
Dado
mi interés por especializarme en gestión humana y recursos empresariales, soy
consciente de que comprender la relación entre percepción y creatividad es
esencial para promover ambientes laborales eficientes, innovadores y resilientes.
Es por ello que el estudio de estos procesos me resulta fundamental para
entender cómo los empleados interactúan con su entorno, cómo perciben cambios y
amenazas, y cómo surgen respuestas creativas ante diversas circunstancias
laborales. No cabe duda de que la percepción, al ser la principal vía por la
cual los individuos interpretan su realidad laboral, influye en la toma de
decisiones, la resolución de conflictos y la motivación.
Por ejemplo, en una entrevista de selección, tanto el candidato como el entrevistador están influenciados por sus percepciones personales. El candidato puede interpretar ciertos gestos o comentarios del entrevistador de manera subjetiva, afectando sus respuestas, mientras que el entrevistador puede analizar señales no verbales que influyan en su juicio sobre el postulante. Este conocimiento sobre percepción es crucial para evitar sesgos y juicios erróneos, facilitando evaluaciones más objetivas y acertadas. Un profesional de la gestión humana que comprenda estos procesos puede diseñar estrategias efectivas para mejorar el clima organizacional y fomentar una comunicación transparente. Como señala Bogaert (2018), "la percepción está mediada por lo imaginario y lo simbólico, por lo que ampliar la conciencia de la subjetividad perceptiva permite facilitar procesos de integración y cohesión en equipos de trabajo".
Desde
la gestión humana, una percepción afinada de las necesidades del equipo o de la
cultura organizacional puede impulsar acciones creativas para mejorar procesos
internos, diseñar programas de motivación, desarrollar estrategias de mejora
individual enfocadas en las necesidades particulares de cada persona o
gestionar el talento de manera efectiva. Este vínculo entre percepción y
creatividad es evidente en procesos complejos como la resolución de conflictos
o la innovación en recursos humanos, donde una percepción flexible y profunda
facilita la adaptación y la generación de soluciones innovadoras. De hecho, en
el contexto organizacional actual, la creatividad es una de las competencias
más valoradas, dado que las empresas buscan empleados capaces de adaptarse al
cambio, desarrollar nuevas ideas y mejorar constantemente los procesos de
trabajo.
Así, la creatividad no es un rasgo exclusivo de ciertos individuos, sino una habilidad que puede desarrollarse. Almansa (2012) sostiene que "la creatividad es una capacidad universal e innata, que todos poseemos en diferentes grados", lo que significa que cualquier persona puede potenciar su pensamiento creativo mediante estímulos adecuados. Esta capacidad se fortalece cuando las percepciones se combinan con la imaginación y la capacidad de transformar ideas en soluciones prácticas. En este sentido, los gestores de talento humano tienen la responsabilidad de fomentar entornos que estimulen la percepción activa y la apertura a nuevas ideas, permitiendo que la organización se mantenga competitiva y adaptada a los cambios del mercado.
Como
señala Almansa (2012), la creatividad es una competencia influida por múltiples
factores educativos, sociales y personales. Por ello, desde la gestión humana
se pueden diseñar programas de formación que fomenten ambientes colaborativos y
estimulen el pensamiento divergente. También es fundamental evitar estructuras
organizacionales rígidas que inhiban la creatividad por miedo al error o a la
crítica. La percepción y la creatividad deben ser pilares estratégicos en la
gestión del talento, ya que su correcta integración permite el desarrollo de
equipos de trabajo cohesionados, motivados y capaces de generar valor a través
de la innovación.
En
mi futura práctica como psicólogo organizacional, mi meta será precisamente
diseñar entornos laborales que permitan a los trabajadores expresar sus ideas
con libertad y sin miedo al rechazo, promoviendo un espacio donde la diversidad
de pensamiento sea valorada. Pues, esta dinámica no solo incrementa la
productividad, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y la
satisfacción laboral. La evidencia muestra que la flexibilidad perceptiva y
creativa son clave para la resolución de conflictos y la innovación en recursos
humanos, asegurando el éxito de las organizaciones.
Bogaert
(2018) destaca que la percepción activa, mediada por el cuerpo en movimiento,
enriquece la creatividad al ampliar y flexibilizar la visión del entorno. En
este sentido, un profesional bien preparado puede influir en la promoción de
ambientes laborales donde la percepción y la creatividad se conviertan en
herramientas estratégicas para la innovación, el liderazgo participativo y el
desarrollo humano. La percepción, al facilitar una interpretación subjetiva del
entorno, ofrece la base sobre la cual emergen nuevas ideas, permitiendo el
desarrollo de soluciones originales y efectivas dentro de cualquier contexto
organizacional.




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